Eventos en la Ciudad
Papa Francisco insta a jóvenes privados de libertad a escuchar la voz de Dios y abrir el corazón a las oportunidades que deben procurar la sociedad y las autoridades
Marlina López
Este viernes en su segundo día de agenda de actividades en Panamá, por primera vez el Papa Francisco ofreció una liturgia con privados de libertad, y lo hizo en el Centro de Cumplimiento de Menores en Las Garzas de Pacora, ubicado en las afueras de la capital, al lado este, por donde los residentes salieron a las calles para verlo pasar, buscando ser receptores de su bendición y captarlo en fotografías.
Ya esperada su espontaneidad, camino al encuentro con los privados de libertad el Papa le cantó cumpleaños a una dama, y atendió a un niño con falta de extremidades; orando por él y bendiciéndolo.
Reunido con los jóvenes en el Centro de Cumplimiento, escuchó el testimonio de un joven que perdió su libertad, oportunidades dentro de la sociedad y a su familia, por errores cometidos, y en eso apoyó su mensaje, cuyo tema central fue las segundas oportunidades que ofrece Dios, sin etiquetas.
El Papa Francisco señaló que la gente condena y califica, y no está bien, porque en Dios siempre hay otras oportunidades, sin embargo es necesario abrir las ventanas del corazón para ver el horizonte y encontrarlas.
A la gente le es fácil hacer divisiones e imponer rótulos y etiquetas que congelan y estigmatizan no solo el pasado, sino también el presente y el futuro de las personas; logrando dividir y aislar para condenar, asumiendo que así pueden resolver los problemas. Con esto “la sociedad entra en un círculo vicioso de divisiones, reproches y condenas, entrando a una actitud social de marginación, exclusión y confrontación social, donde normalmente el hilo se corta por la parte más fina, la de los débiles e indefensos”, indicó.
“Nos encanta adjetivar a la gente, creando la cultura del adjetivo que descalifica a la gente”, pero Dios no echa a nadie; precisó el Pontífice, sino que dice venid, y te abraza como hizo el pastor con las ovejas y hace fiesta como cuando el hijo pródigo regresó a casa.
Recordó a los jóvenes privados de libertad, que ellos tienen un Dios que les ama y busca romper el círculo de las condenas y las divisiones para mostrarles un nuevo futuro, y busca el circulo de la murmuración superflua y los chismes; añadiendo que la murmuración “taladra los sueños”, pero cada uno debe derribar los rótulos impuestos, desoír los chismes buscar ayuda para transitar por los caminos de la superación y buscar las voces que los impulse a mirar hacia adelante, tomando en cuenta que, “el chismoso y murmurador no celebra porque tiene el corazón amargado”.
Agregó que es doloroso ver a una sociedad que concentra sus energías más en murmurar e indignarse que en luchar, y luchar para crear oportunidades y transformación, porque el amor de “Dios busca romper el círculo de la crítica superflua e indiferente y asumir la complejidad de la vida, con una dinámica capaz de ofrecer nuevos caminos con oportunidad de integrar, transformar sanar y perdonar, lo cual no se logra con decretos o buenas intenciones, tampoco con voluntarismos o sentimentalismos; “se logra creando vínculos capaces de posibilitar nuevos procesos; apostando y celebrando cada paso posible”.
No obstante, es necesario en comunidad, realizar una alianza entre los jóvenes, los custodios, autoridades de Gobierno y sus familias, además de agentes pastorales, “para buscar y encontrar caminos de inserción y transformación, lo que el Señor bendecirá, acompañará y sostendrá”, ya que una sociedad es fecunda cuando logra generar dinámicas capaces de incluir e integrar , de hacerse cargo y luchar para crear oportunidades y alternativas que den nuevas posibilidades a sus hijos, con educación y trabajo, puntualizó el Papa Francisco.